Honduras : Cuerpos y territorios
27 febrero 2020Éditorial
28 junio 2020En México, al igual que en el resto de América Latina, se luchan cientos de batallas frente al extractivismo. Proyectos mineros, eólicos, de fracking y de represas, entre muchos otros, atentan contra el derecho que tienen las comunidades campesinas e indígenas a la autodeterminación y a decidir qué tipo de desarrollo quieren. Muchas de estas batallas son lideradas por mujeres, quienes juegan un papel clave en la defensa del territorio. Desde la organización de actividades de difusión y educación para alertar sobre los impactos del extractivismo, hasta las actividades de movilización (marchas, protestas, bloqueos de accesos a minas, presas, centrales o caminos) y de liderazgo. Sin embargo, las mujeres que hacen defensa de los territorios, se enfrentan a dificultades particulares, como el no contar con la titularidad de la tierra. Apenas un 19% de las mujeres rurales en México son dueñas de la tierra; esto impide su inclusión de manera plena en la vida comunitaria, principalmente en la toma de decisiones, además de no ser consultadas por los promotores de los proyectos extractivistas.
Entre las diversas estrategias que las mujeres utilizan para la defensa de su territorio se encuentra la comunicación, que ha servido para hacer la difusión de hechos y situaciones que vulneran sus derechos humanos individuales y colectivos. La Sandía digital es una colectiva formada en México por mujeres que, desde la producción audiovisual, el cine, medios libres, artes plásticas y la comunicación comunitaria, apuesta a la transformación de la realidad.
La intención de este texto es hablar de los retos a los que nos enfrentamos las mujeres tanto en la defensa de la tierra como en los procesos de comunicación, y a partir de las experiencias de la Sandía Digital, abrir espacios para contar otras historias, con lo cual queremos transformar el mundo.
Las mujeres y la comunicación: falta de acceso y pobre representación
El derecho a la comunicación se encuentra establecido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este expresa que “Toda persona tiene derecho a expresarse, a ser escuchada, a ser reconocida, a ser proyectada con dignidad, a recibir información con base en la transparencia, la diversidad, la participación y la justicia social y económica” [1].
En México, existe una alta concentración de los medios de comunicación en pocas manos. En el informe Mom México “¿Quién Mueve los Hilos de los Medios?” se menciona que 11 familias poseen la mayoría de los medios de comunicación más influyentes, que acaparan el mayor porcentaje de audiencias y que reciben la mitad del presupuesto de publicidad oficial [2].
Una investigación realizada por Aimée Vega Montiel no solo confirma la concentración por pocos actores, y muestra además que estos son principalmente hombres, de esta manera subsisten condiciones de desigualdad y de marginación en el acceso de las mujeres a los medios de comunicaciones como propietarias, directoras y tomadoras de decisiones [3].
El Proyecto de supervisión de los medios de difusión a nivel mundial (GMMP), en su informe del 2015, menciona que solo el 24 % de las personas entrevistadas, escuchadas, vistas o sobre las que se ha escrito en los medios de comunicación escritos y audiovisuales son mujeres. Mientras que el 76 % son hombres. En noticias que abordan política y gobierno, las mujeres están representadas con solo un 16% de las personas que aparecen en las notas y únicamente 4% de las notas informativas cuestionan los estereotipos de género [4].
Los medios masivos de comunicación contribuyen a reforzar la visión estereotipada de las mujeres en la sociedad, manejando discursos en programas, series y comerciales donde se refleja a las mujeres en sus papeles de madres y esposas, como objetos sexuales y como víctimas. Las mujeres somos noticia cuando nos matan (y siempre es nuestra culpa).
Si las mujeres en general son vistas de esa manera, ¿qué será de las mujeres campesinas e indígenas que están defendiendo el territorio, que no cumplen con los criterios (blanca, rubia, delgada, de clase alta) que imponen los medios masivos? Ellas son invisibilizadas y criminalizadas, a cuenta de los estereotipos machistas, clasistas y racistas que la televisión difunde.
Para Vega Montiel, una de las instituciones centrales que permitirían a las mujeres realizar derechos esenciales como la libertad, la equidad, la igualdad, la inclusión y la participación en el espacio público, son precisamente los medios de comunicación [5]. En este sentido, referirse a su derecho humano a comunicar implica no sólo promover una representación adecuada de las mujeres y de su poder como agentes sociales en los contenidos, sino también reconocer e impulsar su plena participación en las industrias de comunicación como propietarias, directoras y creadoras.
Por lo tanto, vemos como existe un paralelo entre la propiedad de la tierra y la propiedad de la palabra, donde las mujeres en defensa de la tierra y las mujeres que ejercen su derecho a la comunicación no sólo denuncian los proyectos extractivistas en su territorio o la cooptación de los espacios de comunicación, sino también cuestionan los roles pre establecidos de las mujeres y la necesidad de asumir roles protagónicos.
En este marco la Sandía Digital apuesta a que más mujeres estén detrás y delante del lente.
El rodar de la Sandía
La Sandía Digital nace en el 2011, con la intención de ser una colectiva conformada por mujeres. Desde su inicio la Sandía ha buscado la visibilización de las luchas y propuestas de colectivos, movimientos y comunidades alejadas del debate público, en particular sobre cuestiones de desarrollo, equidad de género, defensa del territorio y bienes comunes, y derechos humanos.
La colectiva ofrece acompañamiento, formación y producción – principalmente de forma participativa – con grupos de mujeres, comunidades rurales e indígenas y movimientos sociales, documentando y difundiendo sus luchas y realidades a través de producciones audiovisuales para la incidencia. En este camino recorrido, la Sandía Digital ha estado en los estados de Guerrero, Morelos, Michoacán, San Luis Potosi, Oaxaca y en la Ciudad de México, con movimientos como el Cecop, Cherán, Frente Wirikuta, Amilcingo, así como con organizaciones tales Telar de raíces, Copevi, HIC-AL, WITNESS, Tlachinollan y Ojo de agua.
Desde marzo del 2018, la Sandía también ha estado realizando un diagnóstico sobre el papel de la comunicación en las luchas socioambientales en México, con el objetivo de alimentar una reflexión colectiva y crítica sobre las narrativas en torno al desarrollo, al progreso, así como de las herramientas y estrategias de comunicación que se están usando para la defensa del territorio.
Entre otras de las experiencias de la Sandía en su apuesta con el trabajo de las mujeres ha sido Voces de Mujeres, un laboratorio de apropiación de herramientas, audiovisuales y digitales para la producción de otras narrativas. Este proyecto busca hacer visible el rol transformador de las mujeres en sus comunidades, siendo protagonistas y produciendo sus propias historias. También busca cambiar la forma en la que las mujeres estamos siendo representadas en los medios de comunicación. Para ello, se realiza una caravana de laboratorios audiovisuales al interior de la república, donde se comparten herramientas de foto, radio, video, audio y textos. El proyecto se ha realizado gracias a la confluencia de diversas colectivas: Luchadoras TV, Social TIC, Subversiones y WITNESS. 41 mujeres de 14 estados han participado en las dos ediciones de la caravana, en 2015 y 2017.
Con su propia voz
“En un mundo lleno de relatos que no representan las diferencias,
nuestras historias existen”
– Voces de mujeres, 2017
La comunicación es esencial hoy en un mundo lleno de mentiras y desinformación, ya que tiene un gran potencial para poder contar nuestras historias. Se vuelve imprescindible frente a la amenaza que constituye “el peligro de una sola historia”, para retomar las palabras de la escritora nigeriana Chimamanda Adichie.
Chimamanda nos advierte que hablar de una sola historia nos hace vulnerables e influenciables: “Necesitamos ver historias donde nos identifiquemos, donde narremos nuestros miedos pero también nuestros sueños y esperanzas. Contar nuestras historias nos permite encontrarnos en los ojos de otras y otros”. Enfatiza que “las historias se han usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar esa dignidad rota”[6].
El audiovisual es ventana y espejo, y desde la Sandía Digital se camina para estar enfrente y detrás de la cámara, contando nuestras historias, esas que nos han querido negar por decenas de años.
En este sentido, el trabajo de la Sandía Digital se enfrenta a dos grandes desafíos:
- Ser productoras / realizadoras en un mundo (el audiovisual) donde todavía la gran mayoría son hombres
- Producir materiales que nos representen, que rompan los estereotipos sobre las mujeres y que nos presenten como agentes de cambio y no sólo como víctimas o como carne de venta
Conclusión
Los medios de comunicación masivos invisibilizan las afectaciones y conflictos que producen los proyectos extractivistas, así como las voces de las y los afectados que defienden el territorio. Además de reproducir estereotipos, generan relatos racistas, clasistas y sin perspectiva de género que discriminan y deslegitiman a quienes representan las luchas.
La lucha por la defensa de la tierra y la lucha de las mujeres, combinadas con la comunicación, tienen una potencialidad maravillosa; nos permiten denunciar este mundo patriarcal y antropocéntrico y enunciar esos mundos que estamos defendiendo y construyendo.
Las narrativas que se enfrentan en la lucha por los territorios y en la lucha por el derecho a la comunicación de las mujeres reflejan una “guerra” de civilizaciones. La apuesta de la Sandía Digital es la creación de relatos transformadores. Relatos que abran el imaginario para un mundo justo para toda, para todo ser viviente, incluyendo a quienes estamos en las periferias del poder: mujeres, pueblos originarios, ecosistemas. Queremos recuperar, habitar y cuidar los espacios de la comunicación, así como defendemos los territorios y nuestros cuerpos.
No queremos dos relatos confrontados, sino la posibilidad de escuchar, ver y sentir esa diversidad de historias, que dejen ver nuestras particularidades, pero también nos recuerde lo que compartimos. Esto nos posibilita llevar a cabo ese anhelo de transformación de la realidad al cual apostamos.
Foto : La Sandía Digital
Notas
[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos. (1948, 10 décembre).
[2] Media Ownership Monitor. “Propiedad de los medios”, dirección URL: https://mexico.mom-rsf.org/es/ (pagina consultada en octubre 2018).
[3] Vega Montiel, Aimée (2014) “Igualdad de género, poder y comunicación: las mujeres en la propiedad, dirección y puestos de toma de decisión”. Revista de Estudios de Género. La ventana
[4] WACC (2015) “¿Quién figura en las noticias?” Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP), dirección URL: https://www.cimacnoticias.com.mx/sites/default/files/gmmp_global_report_es.pdf (página consultada en octubre 2018).
[5] Vega Montiel, Op. Cit.
[6] Chimamanda Adichie (2009). “El peligro de la historia única”, conferencia en el marco del evento TEDGlobal Ideas Worth Spreading, Julio de 2009, dirección URL: http://www.ted.com/talks/lang/spa/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story.html
Mónica Montalvo Méndez
Defensora de los ríos y antropóloga, Mónica Montalvo Méndez estudia actualmente el doctorado en desarrollo rural en la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, en la Ciudad de México. Desde el 2012 participa en espacios de medios libres como el Colectivo Hijos de la Tierra. Colabora con la Sandia Digital desde marzo del 2018 para el diagnóstico sobre el papel de la comunicación en las luchas socioambientales