10 años después del golpe de estado, Honduras es forzada a migrar
14 junio 2022Venezuela es el país latinoamericano con mayor número de migrantes en el 2019
14 junio 20221
Frontera no se dice, se siente: línea imaginaria que separa
pasado de futuro, infancia de promesas.
Linde entre “fui” y “seré”, artificio moderno: policías, perros
entrenados, cámaras de vigilancia, tecnología de reconocimiento facial
y muros coronados con espinas de metal.
Frontera no se dice, duele: división política que rompe
el “tú y yo” del “nosotros”.
(En lengua tojolabal, en Chiapas, no existe la diferencia entre
“Yo” y “Nosotros” ni existen los conceptos “Yo” y “Mío”.
No es lo que yo quiero sino lo que Nosotros, como comunidad, necesitamos).
Irse y ver partir no es lo mismo, cuchillo
no se empuña por el filo, ausencia
llenó la casa un día antes de la despedida.
Quienes se quedan ven partir
en dos su vida, viven envueltos entre
recuerdos y objetos que evocan recuerdos.
Quienes se quedan a veces escuchan las voces de
los que migraron, silencio y abandono se sientan a la mesa.
Todo cambió. La migración no tiene regreso.
Frontera nunca se dice fácilmente, se conjuga: verbo
o jaula, que escinde el “somos” de “la nada”, los muertos ahogados
de los asesinados por una bala. La migración no tiene cura.
Frontera no se dice, se cruza: todo es imaginación, épica y
romanticismo, excepto para quienes por ahí caminaron y quienes
hasta ahí llegaron. La migración no tiene solución.
(Una niña le pregunta a su padre: “Papá, ¿hasta cuándo vamos a dejar de ser migrantes?
Y en el hermoso cielo nocturno brillan, indiferentes y en silencio, las estrellas).
Migraron las mariposas, magia y aleteo se convirtieron,
por medio de hipnosis, en sueño, luego en pesadilla: Jaulamérica.
Ataron sus alas con alambre (así no podrían regresar)
les convencieron de no ser mariposas con aleteo de fuego
y sol interno
mariposas
que vienen y van
que van y vienen
na
tu
ral
men
te.
Cruzamos otros límites: no es mariposa
quien no vuela más y se arrastra por las sombras
bajo la oscuridad.
Mariposas migrantes, exiliadas, sin alas ya, convertidas
en otros animales, roedores que trabajan arduamente
en nombre del Imperio.
2
Nuestra lengua está conectada al corazón, decimos
porque así sentimos: te extrañamos, te queremos,
te pedimos que regreses a tu tierra. Te esperamos.
Llámanos si un día vuelves
en sí, o te echan, si un día regresas por tu propio pie
o deportada, si un día vuelves en vida
y no en muerte.
Vuelve a tu tierra antes que –sí, ellos mismos–
talen el último árbol, antes que contaminen
el último río y antes que toda tu familia
sea asesinada.
Vuelve antes que el sueño americano te convierta en otro ser,
sin alma, desnaturalizado, y antes que sus corporaciones
destruyan nuestra casa o invadan y roben vuestra/nuestra tierra.
¿Nos escuchas? ¿Te has olvidado de nosotros?
¿Aún nos reconoces?
¿Aún…?
Frontera no es una palabra: es ausencia en dos sentidos,
un vacío, monstruo de múltiples cabezas, hidra capitalista:
destino, anestesia, ficción.
Frontera no es una palabra: es mentiras, peste, corrupción, dolor
dentro del dolor, es miedo, violación, tortura, desesperación, fiebre,
cráneos, desprecio, es saqueo, racismo, profunda vergüenza, extremidades
amputadas y cadáveres bajo el sol del desierto de mujeres, hombres,
niños y niñas que nunca volvieron a ver a su Madre otra vez.
La migración no tiene regreso, ni cura, ni solución.
Debemos desenredar la trama migrante, postmigrar, desandar
el camino, desmontar su negocio, des-migrar, poner límites propios,
deshacer los nudos y los errores, decolonizarnos, volver a volar,
volver a casa, resistir, salvarse.
(En el Desierto Sonorense, antes de que alguna frontera existiera,
los miembros de la Nación Tohono Oʼodham viajaban ida y vuelta
a visitar a su familia, migraban con las estaciones desde sus hogares
en los valles hasta sus casas más frescas en las montañas.
Ellos afirman que la palabra “muro” no existe en su lengua).
Frontera es un dispositivo más de la lógica que estructura
las relaciones de dominación, último paso que normaliza la ficción
neocolonial: el Norte como único destino porque nosotros, en el Sur,
aparentemente
somos nada,
nadie.
Frontera no es solo una palabra. (Es un velo que adormece y oculta la verdad).
Frontera no es solo un muro. (Es una de las armas de defensa del Imperio que
destruye otros “horizontes de sentido”). Frontera será una palabra que
un día apenas sabremos nombrar.
Arturo Moreno
Arturo Moreno reivindica con orgullo su herencia indígena, negra, de clase popular, migrante y chicana. Su trabajo incluye investigación, periodismo, política pública, activismo y fotografía. También ha trabajado en la organización de varios eventos. Sus escritos, además de poesía, incluyen artículos y reportajes sobre el medio ambiente y la migración forzada. Estudió comunicación y periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Aragón.