Ser mujer Apolat Talpan Tajpiani. Mujeres indigenas, mestizas. Mujeres comunitarias.
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Amaneciendo el día 22 de octubre del año 2017, salimos desde las 11 diferentes comunidades indígenas y mestizas de la cuenca del Apulco (Apolat) que integran la organización Apolat Talpan Tajpiani [1] para llegar al punto de reunión. Juntos recorrimos la carretera inter-serrana sin que nos importara su mal estado a causa de las lluvias. Ese día había sol, y cumpliendo con el acuerdo de la Asamblea, llevamos su palabra a nuestros hermanos reunidos hoy en San Felipe Tepatlan, a las orillas del río Ajajalpan. Allí se celebraba la 22a Asamblea por la Defensa de la Vida y el Territorio de los pueblos maseual (nahuat), totonaco y mestizo.
Como es costumbre en la Sierra Nororiental de Puebla, nos recibieron en su casa, con un cafecito caliente y pan. Poco a poco fueron llegando personas de todos los rumbos de la sierra que se fueron concentrando a la entrada del pueblo para la marcha. Una vez en el Auditorio, según la espiritualidad de estas tierras, dos mujeres que son pilares de esta Lucha por la Vida, iniciaron la actividad con la oración a los cuatro puntos cardinales a la que se unieron los integrantes del Consejo de Ancianos, seguido por la Danza de los Voladores. Luego, los Apolat presentan su lucha de defensa de casi 6 años contra los proyectos de presas hidroeléctricas. Es importante transmitir nuestra experiencia, para difundirla y comunicar, sobre todo para que los hermanos y hermanas totonacxs del Ajajalpan sepan que cuentan con nuestro apoyo, y con el apoyo de los diferentes pueblos de la sierra y del estado vecino de Veracruz. Ellos ya no son más “los de allá”, en esto estamos todxs juntxs, esta es una sola lucha por la vida.
Ya hace varios años que los ríos caudalosos de la Sierra Nororiental de Puebla suscitan el interés de empresas hidroeléctricas y del Estado mexicano; la Ley de Reforma Energética busca incluir al sector privado en una transición a la “era post-petróleo”. Planean instalar diez hidroeléctricas de nueva generación [2] y este interés coincide con los proyectos de minería a cielo abierto cuyo funcionamiento necesita mucha energía. Por esta razón, organizaciones nahuas, totonacas y mestizas de la región vieron en el 2012 la necesidad de coordinar sus fuerzas a nivel regional, y así nació el Consejo Tiyat Tlali, (“Tierra” en los dos idiomas indígenas).
Una dimensión internacional; las empresas canadienses
El 12 de octubre de 2017, mientras que el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, visitaba México, en la ciudad de Montreal (Quebec, Canadá) se iniciaba el coloquio internacional de “Luchas Indígenas por el Territorio: América latina y Quebec”. Este evento congregó a representantes de varios pueblos indígenas de las Américas, desde Chile hasta Quebec, para exponer las amenazas y destrozos que sufren sus territorios a causa de proyectos extractivistas, muchos de ellos canadienses. La invitación para participar en este coloquio nos había llegado en mayo y nosotros, los Apolat Talpan Tajpiani, acordamos participar con otrxs compañerxs de la Sierra. El mensaje que llevaba la compañera quien nos representaba era: “No puede haber dialogo sobre la mina porque la vida no se puede negociar”. La empresa canadiense llamada Almaden Minerals empresa posee el 72% del total de las concesiones de la Sierra Nororiental de Puebla. Este coloquio fue un espacio para hermanarse, aprender y compartir sobre las luchas de otros pueblos de Latinoamérica y de pueblos originarios de Canadá que sufren los mismos embates [3].
La segunda batalla del Apulco
El caudaloso rio Apulco corre en territorio Nahua, en una zona intermedia entre la sierra alta y baja. En 1862, este territorio fue el escenario de una importante victoria de los indígenas de la Sierra contra las fuerzas de Intervención Francesa. En 2012, llegó a Cuauhximaloyan (Municipio de Xochiapulco), la empresa OLCLE anunciando su intención de construir una presa hidroeléctrica. En 2013, la empresa Gaya anunció su proyecto en el pueblo de San Juan Tahitic (Municipio de Zacapoaxtla). En noviembre de 2014, la empresa ICA (Ingenieros Civiles y Asociados) presentó una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), para un proyecto de mayor envergadura en el Apulco : cuatro represas, que afectarían un total de 26,5 km del cauce y por ende, de la cuenca.
La movilización en el alto Apulco se manifestó primero a nivel comunitario. Lxs habitantes de San Juan Tahitic tienen la reputación de ser muy combativxs [4], y en cuanto supieron del proyecto de Gaya, dijeron no. Al arribo de los ingenieros encargados del proyecto, les bloquearon el camino, exigiendoles que respetaran su decisión y levantaron un acta en ese sitio. Acta que después llevaron al cabildo, pidiendo al presidente municipal y del ayuntamiento que se respetara la decisión del pueblo de San Juan Tahitic. Gaya paró – hasta ahora – las obras. En Cuauhximaloyan, la población ya había sido informada, por la gente de pueblos vecinos que se enfrentaba con proyectos de minería a cielo abierto. Cuando regreso la empresa a informar de las “bondades” de su proyecto, la respuesta de la comunidad y de sus autoridades fue un rechazo tajante.
Frente a cuatro proyectos hidroeléctricos de ICA, los pobladores de Talcozaman se movilizaron, teniendo ya experiencia de lucha contra una concesión minera en su cabecera municipal (Tetela de Ocampo) y apoyados por Tiyat Tlali y la Pastoral Social. Se realizaron asambleas donde acudieron pobladores de comunidades cercanas al río. Allí, se redactó un acta que mandaron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) criticando fuertemente los estudios sobre los impactos al medio ambiente presentados por ICA y logrando que este fuese rechazado. ICA reaccionó presentando un proyecto “mejorado”, donde reconocía la envergadura del conjunto interrelacionado entre las cuatro represas y en el que suprimía la línea de alta tensión a Cuetzalan y la remplazaba por otra hacia Zacapoaxtla.
Las comunidades respondieron en noviembre 2015 con una asamblea. En ella decidieron: que la lucha por la vida y el territorio debe ser permanente; que las comunidades desde sus asambleas comunitarias nombraran Comités de Defensa del Territorio; que llevarían el mensaje a comunidades que aún no sido informadas para que sean ellas las que decidan sobre sus territorios. Surgen así las asambleas del Apulco, que más adelante serían los “comités de defensa” actualmente llamados Apolat Talpan Tajpiani.
Nuevamente se redactó un documento de análisis de la nueva MIA sobre el proyecto de las cuatro represas, impulsado desde las comunidades del municipio de Cuetzalan, de la cuenca del bajo Apulco. Años atrás, ellas formaron el Comité de Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan, que prohíbe los megaproyectos mineros e hidroeléctricos en ese municipio. En septiembre de 2016, tuvimos una primera victoria: la SEMARNAT rechazó la MIA por no tomar en cuenta el medio ambiente del valle del Apulco.
En la asamblea que tuvo lugar en abril de 2016, pobladores de la cabecera de Xochiapulco llegaron, advertidos por sus vecinxs de Cuauhximaloyan, a pedir apoyo porque una empresa contratada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) estaba instalando una nueva red de energía eléctrica hacia su pueblo. Según la opinión de varios ingenieros consultados, las características de esta obra no incluían el suministro local. Las dos asambleas siguientes fueron en Xochiapulco y en ellas se dio a conocer el hecho de que su territorio estaba concesionado para la minería, además de las hidroeléctricas. Xochiapulco se unió entonces al movimiento, como las otras comunidades afectadas de la cuenca del Apulco, del Ateno y del Zempoala [5].
La siguiente etapa consistió en pasar de una oposición de nivel comunitario a una oposición de nivel municipal. Así es como las autoridades de Zacapoaxtla y Xochiapulco, en cabildo abierto, declararon sus municipios “libres de megaproyectos”. Llama la atención el caso de Xochiapulco, donde el presidente, en su declaración del 30 de abril 2016, recordó el papel central que tuvieron lxs indígenas del lugar en la victoria sobre los invasores franceses, en los años 1860: declaró “¡Recuperamos el protagonismo histórico!”
Características de la lucha por los ríos y el territorio en la Cuenca del Apulco
La lucha por la defensa en el Alto Apulco ha tenido hasta ahora un carácter menos masivo que la que se desarrolla en la Sierra baja. Una de las razones es que la población del Alto Apulco (más heterogénea culturalmente que la población de los territorios Nahua y Totonaco), se define como mestiza, y parece más sensible al discurso del “progreso” que transmiten los medios de masa y el gobierno. Además, en los siglos XIX y XX, algunas comunidades participaron en luchas agrarias que dejaron la zona dividida. Más recientemente, durante los años 1970-1980, una experiencia de movilización fue desalentadora para las comunidades locales: la Unión Campesina Independiente (UCI) y la Antorcha Campesina (AC) dos grupos con discursos radicales y que no rechazaban prácticas violentas, se libraron una lucha acérrima. El resultado produjo la eliminación de la UCI y la AC quedó, desde entonces, en el poder en el municipio de Huitzilan de Serdán. Los municipios vecinos, desmovilizados, regresaron a los partidos tradicionales. Es por eso que el trabajo de concientización y organización tuvo que empezar casi desde cero, siendo decisivo el apoyo de organizaciones regionales como Tiyat Tlali.
Acciones por la defensa de la vida. Una mirada al territorio.
Las acciones incluyen tanto una amplia gama de trámites administrativos y/o legales, como presiones políticas o acciones directas. Cada región tiene sus características específicas y su historia propia. La sierra alta, zona de agricultura de subsistencia y de fuerte emigración, sufrió el primer embate del extractivismo, bajo la forma del capital minero transnacional y mexicano. La respuesta se dio a nivel local, utilizando tanto la protesta legal y jurídica (Tetela contra la minera mexicana Frisco, el ejido Tecoltemic contra la canadiense Almaden Minerals) como la acción directa (la expulsión de JDC Minerales – china – de Zautla). Este tipo de lucha fue suficiente – hasta ahora – para parar la ofensiva: el único proyecto minero que sigue operando, aunque parado en su fase exploratoria, es el de Almaden Minerals en Santa María Zotolan, municipio de Ixtacamaxtitlán.
En cuanto a presiones políticas, la puesta en marcha de un proyecto exige, según la ley, que el presidente municipal firme autorizando el cambio de uso de suelo. En seis municipios [6], las presiones a la autoridad fueron suficientes para que se declararan “municipios libres de megaproyectos”. En otros, como Olintla, las autoridades apoyaban la construcción de la presa, lxs opositorxs esperaron las elecciones apoyando al candidato que no permitiría los megaproyectos. Sin embargo, los presidentes municipales hacen frente a muchas presiones, tanto políticas como económicas, y pueden cambiar de idea. Así, el presidente municipal de San Felipe Tepatlán, quien, en 2015 había rechazado por escrito la presa de Comexhidro-Deselec, decidió, el 10 de octubre de 2016, firmar el permiso de cambio de uso del suelo. En respuesta, el 23 de octubre, para dejar bien claro que la lucha sigue, la organización Totonaca Makxtum Kgalhaw Chuchutsipi, realizó un encuentro para “festejar la vida defendiendo nuestros ríos”. Un año después, el 20 de octubre de 2017, realizaban de nuevo la Asamblea en Defensa de la Vida y del Territorio en San Felipe Tepatlán. Una acción directa, como la anterior, puede apoyar los trámites legales cuando se ven paralizados o aumentar las presiones políticas cuando estas son insuficientes.
En diciembre de 2012, compañerxs de toda la región fueron a apoyar el plantón realizado por los indígenas del pueblo Ignacio Zaragoza contra la represa de Grupo México. A pesar de la represión inmediata, esta acción, por su impacto en los medios, contribuyó a que la empresa abandonara el proyecto unos meses después. Con el mismo objetivo, lxs Cuezaltecos acamparon durante diez meses en frente del futuro sitio de la sub-estación eléctrica de Cuetzalan, cuando las autoridades municipales habían aceptado la construcción de una línea de alta tensión en el municipio. Nosotros, los comités de defensa del Apulco, vinimos a solidarizarnos llevándoles despensas y haciendo una oración en el lugar.
Hasta ahora la estrategia adoptada por las comunidades, indígenas y mestizas ¡ha funcionado!: en el Apulco como en toda la Sierra, los megaproyectos están suspendidos. Frisco interrumpió sus exploraciones mineras en Tetela y Minera Autlán las suyas en Cuetzalan y Tlatlauquitepec. Grupo México abandonó su proyecto hidroeléctrico en Olintla y a Gaya se le suspendió el suyo en San Juan Tahitic. ICA en la cuenca del Apulco y GESA en la cuenca del Zempoala han visto rechazados sus proyectos por SEMARNAT. En Cuetzalan, en septiembre de 2017, las autoridades municipales indicaron por escrito al Consejo Maseual Altepe Tajpianij que no renovarían el permiso de construcción de la subestación eléctrica.
Sin embargo, no todas las compañías abandonan. Almaden Minerals, a pesar del movimiento de oposición en el municipio de Ixtacamaxtitlán y del amparo logrado por el ejido Tecoltemic, no solamente continua sus barrenos de exploración, sino que contrató un importante gabinete de abogadxs para sustraerse de su obligación de aceptar una consulta previa con la comunidad y de pagar los impuestos previstos (7,5%). Frente a la intención manifestada por la empresa de extender sus operaciones al pueblo vecino de Loma Larga, la comunidad se movilizó para impedir el paso de la maquinaria. Como la explotación a cielo abierto del “Ixtaca site” contaminaría a toda la cuenca del Apulco, los Apolat Talpan Tajpiani acordaron dar todo su apoyo a los habitantes de Ixtacamaxtitlán. La patronal suelta su ira contra estos inconformes que “impiden la inversión y el desarrollo” [7].
Los proyectos de vida
¿Dónde se arraiga la capacidad organizativa de los pueblos de la Sierra Nororiental para realizar marchas, plantones, asambleas? La respuesta llega cuando se examina la celebración de las fiestas patronales: la selección de los mayordomos (responsables), la reciprocidad entre familias y la colaboración con las autoridades locales. Todo esto logra movilizar los talentos y recursos que se requieren para fabricar las monumentales ceras, traer el Palo del Volador, ejecutar las danzas rituales (trajes, música, ensayos), proveer comida y bebida para todos los participantes. Si bien la agricultura suscita la cooperación entre varios hogares (mano vuelta), si el compadrazgo teje una red densa de relaciones de respeto mutuo, la fiesta es la ocasión de la cooperación a gran escala. Y en ésta se vuelve a consolidar, año tras año, la identidad colectiva. Así, de forma similar, cada Asamblea por la Defensa de la Vida y el Territorio tiene uno de los pueblos participantes como el anfitrión de los demás. La unión entre los pueblos, comunidades o regiones rebasa los límites parroquiales, municipales e incluso estatales.
Actualmente otras relaciones regionales y globales resultantes de nuevas prácticas económicas y políticas (cooperativismo, comités, asambleas) emergen en la Sierra. De hecho, se observa como la cosmovisión y los valores indígenas y campesinos fundamentales no son anulados por la penetración de la modernidad (educación, comunicaciones) sino que pueden servir de base a una modernidad apropiada por la mayoría.
Las asambleas de los Apolat Talpan Tajpiani son un espacio donde también se crece. En conocimientos (se estudia un tema en cada reunión), en autonomía y autodeterminación (se dialoga y se toman acuerdos), en espiritualidad (se reconoce la vida en todo) y en convivencia con otros. Todo esto no se ve como un logro más, sino que es fundamental en la lucha por la vida y el territorio, los proyectos de vida que son la vida misma.
Foto : Lxs representantes de las comunidades hablan de la situación y de la estrategia a seguir. Fotografía de Miriam Bautista Gutiérrez.
Notas
[1] Apolat Talpan Tajpiani significa “lxs guardianxs de las tierras de Apolat”.
[2] Se entuba el agua del río por varios kilómetros antes de activar la turbina en una casa de máquinas. Las consecuencias más directas son : inundación arriba de la represa y abajo, el río desaparece durante kilómetros.
[3] El coloquio fue filmado por Stephen Schnoor, de McGill University, Montreal, y se puede consultar integralmente en http://cicada.world/events/colloquium-2017
[4] En los pueblos vecinos, se dice – en broma : “Si vas a Tahitic, siempre lleva tu morral. De regreso, podrá servir para poner tu cabeza!”
[5] Tecuicuilco, de Tetela de Ocampo ; Atzalan, de Xochiapulco ; Xilita, Xalacapan y Las Lomas (con concesión minera) de Zacapoaxtla ; Huahuaxtla y Apulco de Xochitlán y Cuautapehual de Nauzontla. Las comunidades de Xilita y Cuautapehual tambien son afectadas por el proyecto hidroelectrico San Antonio que la empresa Generación Eléctrica San Antonio (GESA) pretende construir en los ríos Ateno y Zempoala, en los municipios de Xochitlán, Zoquiapan, Atlequizayan, Nauzontla y Zapotitlan. Por lo cual se celebraron asambleas de los Apolat Talpan Tajpiani en Zoquiapan, donde participaron tambien pobladores de Xochitlán.
[6] Cuetzalan, Zoquiapan, Xochiapulco, Tuzamapan, Zacapoaxtla y Ayotoxco.
[7] En una entrevista al periódico Reforma, Jacobo Meckler, presidente de Amexhidro, (Asociación Mexicana de Empresas Hidroeléctricas) se quejaba amargamente : “Hay proyectos detenidos, cuatro hidroeléctricos en Puebla y Veracruz, 240 megawatios”. Su colega Adrián Escofet, presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica, va más lejos, acusando a “grupos ajenos” de causar los conflictos.
Claudia Marina Olvera Ramírez
Claudia Marina Olvera Ramírez es una joven activista mestiza de Talcozaman, en la cuenca de alto Apulco. Es responsable de la pastoral social para la Sierra Nororiental de Puebla. Además de sus labores agrícolas y de su activismo en Apolat Talpan Tajpiani, canta y escribe poesía.
Pierre Beaucage
Pierre Beaucage es profesor emérito de antropología en la Université de Montréal. Pierre y Claudia han publicado también, en coautoría con Leonardo Durán Olguín e Ignacio Rivadeneyra Pasquel: “Con la ayuda de Dios. Crónica de luchas indígenas actuales por el territorio en la Sierra Nororiental de Puebla” en el Journal de la Société des Américanistes (Vol, 103, no 1, p. 239-260, 2017).