Morir como héroes
4 agosto 2022Pandémica 2020
4 agosto 2022El último trimestre de 2019 estuvo marcado por un estallido de protestas a lo largo de varios países en Sudamérica, la inconformidad salió a las calles y prometía no regresar a casa hasta hacerse oír y atender. Colombia no fue la excepción, ya que comparte muchas de esas realidades de la región, esa larga lista de demandas, tantas razones para levantar la voz y tomarse las calles, que la pregunta que surgía era ¿por qué había tardado tanto un levantamiento general?
Lo cierto es que en Colombia hay una gran deuda histórica en aspectos sociales, y no hay un punto exacto para hablar sobre las raíces de esta deuda social, al igual que no hay consenso para determinar el origen del conflicto que por décadas ha sumergido a Colombia en el dolor, la desgracia y la barbarie. lo que sí es preciso, es que ambos aspectos se han alimentado por los rezagos de viejas violencias, unas partidistas y otras por desigualdades, pero que juntas, llevaron a unxs en este país a alzar la voz y otrxs a alzarse en armas [1].
Ese 21 de noviembre de 2019, cada persona se cargó sus viejas y nuevas demandas y salió a las calles, alzó su voz y también sus cacerolas, nada más que ello y un puñado de ilusiones. Allí estaba el estudiantado exigiendo más inversión y el profesorado reclamando cumplimientos, estaba la clase trabajadora rechazando una feroz reforma laboral y otra pensional. No faltaron a la cita lxs ambientalistas también, condenando los permisos que concedió el Estado para las pruebas piloto de fracking, e igualmente, se sumaron quienes estaban indignadxs con que el Gobierno buscara privatizar las pocas empresas estatales que quedan y además, propusiera rebajar (aún más) los impuestos a las grandes empresas y multinacionales e imponer (aún más) tributos a la clase media, mientras cada año, la corrupción le quita al país, aproximadamente 50 billones de pesos [2].
Todas estas dinámicas políticas no son solo el reflejo del poder y las pretensiones de la derecha gobernante, sino también, de su escaza legitimidad. De hecho, demasiadas y nefastas reformas fueron pronunciadas por un presidente de quien la aprobación de su administración se situaba en un 26% [3].
Cada sector, al final, lo que buscaba era reajustar la agenda del gobierno según las prioridades y necesidades sociales, para así crear una real y colectiva agenda nacional, que representara a todos los sectores reclamantes, y que han exigido por tantos años la reivindicación de sus derechos ante un Estado que se halla ausente y poco garante. Entonces, ese trimestre estuvo marcado por protestas, manifestaciones, acciones públicas, tensiones, cacerolazos, toque de queda, todo un tire y hale de la ciudadanía y el Gobierno. A lo cual sobrevino también, una criminalización a la protesta social por parte del gobierno, una respuesta tan desproporcional como dictatorial.
El panorama político era desalentador y sin garantías, pero, aun así, un aire de esperanza recorría el país, que a pesar de la represión, se instalaba en cada plaza, en cada parque, en cada puente que congregó la ciudadanía en una sola voz y que, al unísono exigía un cambio, uno estructural. Y así fue como el nuevo año nació de las entrañas de esa esperanza, la de quienes por años le habían apostado por visibilizar las necesidades y las desigualdades de este país y quienes veían en el Gran Paro Nacional la primavera de la indignación.
Pero infortunadamente el 2020 trajo otros planes para el mundo: el Covid-19, un virus que resultó ser la gran pandemia de este siglo que llegaría para sacudir cada país, y donde Colombia, no sería la excepción. Una pandemia que aún recorre poco a poco cada territorio colombiano, dejando a su paso y a la fecha, las cifra de más de 1.399.911 casos confirmados y 38.484 muertes [4]. Pero, quienes conocen la historia trágica de Colombia, sabrán que, en este país ya se conocía antes una pandemia política de violencia con sus propias cifras y su propia crueldad.
La violencia en Colombia ha sido esa vieja pandemia que se extendió por las calles de las grandes ciudades, pero en especial, por los pequeños corregimientos, por esos territorios empobrecidos y abandonados por el Estado. Es una pandemia clasista, centralista y que le ha dejado a este país, según los registros, más de 8 millones de víctimas, que más que un número, representan desplazamiento y desapariciones forzadas, homicidios, torturas, secuestros, accesos carnales violentos, vidas silenciadas, familias destruidas… Reflejan un tejido social maltrecho y una sociedad hecha pedazos [5].
Y si bien, son muchas las teorías sin consenso sobre el origen exacto de esta desgracia que llamamos conflicto armado interno, lo que sí hay, es una certeza sobre el pico más alto, el fragmento en la historia de este país donde el tiempo se detuvo en desgracia de un pueblo, y este se dio durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2010) en los cuales se presentó el mayor número de víctimas de la violencia armada en Colombia [6]. Junto al recrudecimiento de la guerra contra las guerrillas a nivel nacional, que se valió de la fuerza armada estatal pero también la paraestatal, en la actualidad, se le acusa a Uribe de promover, auspiciar y apoyar dichos grupos paramilitares [7].
Del 2012 al 2016 el gobierno nacional en cabeza del entonces presidente Juan Manuel Santos llevó a cabo negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC- EP), que si bien, no han sido el único actor en este conflicto armado, ni la única guerrilla, sí terminó siendo la insurgencia más grande en términos proporcionales en el país, y que, para ese entonces, se consolidó como la guerrilla más antigua y activa de América Latina [8]. Entre dificultades y victorias, se logró la firma de ese llamado “acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” [9] que buscaba contribuir en el alivio de la deuda social, sanar los estragos de la guerra y generar garantías para avanzar en transformaciones hacia la paz y la pluralidad democrática en el país.
Pero infortunadamente, el Centro Democrático, partido político que representa hoy el presidente Duque, se caracteriza en su oposición al acuerdo de paz [10]. Así que la implementación del acuerdo se ha visto obstaculizada con trabas, modificaciones, desfinanciación, ausencias de garantías políticas y persecución, registrando a la fecha, el asesinato de más de 200 excombatientes firmantes del acuerdo [11]. Este gobierno no sólo es irresponsable al no cumplir con lo pactado, sino también negligente al cerrar las posibilidades de negociación con otros actores armados, eligiendo la vieja receta militarista, es decir aumentando el presupuesto militar (se lleva el 3,1% del PIB del país) por sobre del social, situando a Colombia en el primer lugar de los países de la región con mayor gasto militar [12].
El Covid-19 ha sido entonces una herramienta útil del gobierno para silenciar las denuncias y las demandas sociales, la excusa para no afrontar el recrudecimiento de la violencia, una “mexicanización del conflicto” [13] que hoy posiciona nuevos actores, con más intereses económicos que banderas políticas y los cuales se disputan los territorios, esos donde ya no están las FARC pero tampoco llegó el Estado de manera social, y de esta forma, prolongando y degradando aún más el conflicto y sus ciclos de violencia.
Así que El covid-19 no vino a plantear nuevas violencias a Colombia, solo vino a recrudecer una realidad ya existente en el territorio antes de su llegada. Ha confirmado que la violencia en el país ronda no solo de camuflado, también se ha demostrado que la violencia está presente de múltiples formas. Por ejemplo, una vez establecida la cuarentena en el país, hizo que se duplicara el número de denuncias por maltrato intrafamiliar: solo en este año más de 508 mujeres fueron asesinadas bajo el delito de feminicidio [14], cifras que ponen en entredicho que “quedarse en casa salva vidas”.
En Colombia, no hay garantías de participación política ni respeto a la vida. En nuestro país, los contadores de muertos existían mucho antes de la llegada del COVID. Hoy, se registran 343 personas asesinadas en 81 masacres [15] y 289 líderes y lideresas asesinadxs solo en lo que va de 2020 [16]. Cuyas vidas fueron arrebatadas por la pandemia, la primera, la que se instaló hace años y se naturalizó en el país como forma de vida, como realidad cotidiana.
El problema de las cifras es que solo registran un número, no hablan de vidas, de dolores, de tristezas. Las cifras cuentan algo, pero no dicen nada, las cifras entonces representan todo, pero al final no hablan de nadie. Pero en Colombia, la focalización en las cifras ha hecho que este país no se conduela cuando se habla de la muerte número 10, 100, 1000 o 10.000, pero quienes saben la diferencia entre cada número, son las madres que han perdido los hijos y las hijas que se llevó estas pandemias. El dolor de una madre no distingue de categoría, solo siente, el país debería pues condolerse como la madre de todos estos muertos, de todos sus desaparecidos y desaparecidas; el mundo debería hablar más de vidas, de luchas y legados, que de las cifras que no recuerdan a nadie ni humaniza la barbarie.
Quienes defendemos los derechos humanos, cuando hablamos, lo hacemos desde el dolor, desde la foto de un desaparecido o una desaparecida, lo hacemos cuando encendemos una vela, cuando llamamos a la memoria, cuando resistimos al lado de quienes han dado todo y entregarían hasta su propia vida, porque ya ni la tierra les queda. Pero también hablamos desde la esperanza, porque esperamos que esos contadores se detengan, que la tormenta cese y llegue la calma que no conocemos, la paz de la que se habla en los libros y que estudian los académicos, la que tiene más que ver con la justicia social, donde haya un mínimo vital sin excepción, garantías para el acceso a la salud y la educación digna y el derecho a vivir una vida libre de violencias.
Es urgente que Colombia transite un nuevo camino político que reivindique su principio constitucional de ser un Estado social de derecho y no de derechas. Una nueva via que renueve las esperanzas, que agite las indignaciones y que reconozca un responsable real por lo que pasa en el país, no un virus hecho excusa para evadir las responsabilidades que solo corresponden al Estado, sus corruptos, las empresas, sus empresarios y sus actores armados.
Fotografía: Mandalas y fotografías – un acto simbólico para conmemorar a las víctimas de la violencia de Estado en una concentración del MOVICE (Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado) en Barrancabermeja, Colombia. Fotografía de Marcela Cardenas.
Notas:
[1] Ámbito Jurídico (2016). “Los 12 ensayos de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas”, 5 de septiembre. Disponible en: https://www.ambitojuridico.com/noticias/informes-de-memoria-historica/constitucional-y-derechos-humanos/los-12-ensayos-de-la
[2] Adelaida García, Maria et Marcela Cárdena (2019). “Algunas Razones que Motivaron el Paro Nacional en Colombia”, ECAP Colombia, 27 de noviembre. Disponible en: https://ecapcolombia.org/2019/11/algunas-razones-que-motivaron-el-paro-nacional-en-colombia/
[3] Chaves Restrepo, Mario (2019). “Aprobación del presidente Iván Duque cayó a 26%, según la encuesta Gallup”, Asuntos Legales, 7 de noviembre. Disponible en: https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/aprobacion-del-presidente-ivan-duque-cayo-a-26-segun-la-encuesta-gallup-2930060
[4] Minsalud- Ministerio de Salud y Protección de Colombia (2020). « Coronavirus (Covid-19) », 10 de diciembre. Disponible en: https://covid19.minsalud.gov.co/
[5] UARIV (2016). “Reparar a las 8 millones de víctimas del conflicto, desafío de toda la sociedad colombiana”, 8 de noviembre. Disponible en: https://www.unidadvictimas.gov.co/es/reparaci%C3%B3n/reparar-las-8-millones-de-v%C3%ADctimas-del-conflicto-desaf%C3%ADo-de-toda-la-sociedad-colombiana
[6] UARIV (2020). “Registro Único de Víctimas”, consultado el 10 de diciembre de 2020. Disponible en: https://www.unidadvictimas.gov.co/es/registro-unico-de-victimas-ruv/37394
[7] Soledad Betancur, María (2015). “Álvaro Uribe, las Convivir y los ejércitos paramilitares”, Agencia de prensa IPC, 10 de octubre. Disponible en: http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php/2015/10/16/alvaro-uribe-las-convivir-y-los-ejercitos-paramilitares/
[8] Agencia EFE (2016). “Farc: La guerrilla más antigua de América Latina que busca convertirse en partido político”, El Heraldo, 16 de septiembre. Disponible en: https://www.dinero.com/pais/articulo/los-puntos-del-plebiscito-de-la-paz-en-colombia-2016/231214
[9] “Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” (2016, 24 de noviembre). Disponible en: https://www.unidadvictimas.gov.co/es/acuerdo-final-para-la-terminacion-del-conflicto-y-la-construccion-de-una-paz-estable-y-duradera
[10] Semana (2017). “»Hacer trizas» el acuerdo con las FARC: ¿es posible?”, 5 de agosto. Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/uribismo-hara-trizas-acuerdo-acuerdo-con-farc-esta-blindado/524529/
[11] Semana (2020). “Van 216 excombatientes de las Farc asesinados: ¿cómo detener esta violencia?” 7 de agosto. Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/216-excombatientes-de-las-farc-han-sido-asesinados/685044/
[12] Paula Aristizábal Bedoya, María (2019 ). “El gasto militar de Colombia es el más alto de la región, supera los US$10.000 millones”, La República, 6 de septiembre. Disponible en: https://www.larepublica.co/globoeconomia/el-gasto-militar-de-colombia-es-el-mas-alto-de-la-region-supera-los-us10000-millones-2905034
[13] Martínez, Poly (2020). “El riesgo de «mexicanización», persigue a Colombia”, ABC, 23 de agosto. Disponible en: https://www.abc.es/internacional/abci-riesgo-mexicanizacion-persigue-colombia-202008230140_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F
[14] Red Feminista Antimilitarista – Observatorio feminicidios Colombia. “Home”. Consulta hecha el 10 de diciembre de 2020. Disponible en: https://www.observatoriofeminicidioscolombia.org/
[15] Indepaz (2020) “Informe de masacres en Colombia durante el 2020. Consulta hecha el 11 de diciembre de 2020 Disponible en: http://www.indepaz.org.co/informe-de-masacres-en-colombia-durante-el-2020/
[16] Indepaz (2020). “Líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados en 2020”. Consulta hecha el 10 de diciembre de 2020. Disponible en: http://www.indepaz.org.co/lideres/