Canto de la tierra radiada
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22 marzo 2019Introducción
América Latina es un continente que desde la época de la colonia hasta el día de hoy se ha caracterizado por ser exportador de recursos naturales. Desde metales preciosos hasta la soja, no hay diferencia, América Latina exporta Naturaleza. Después de tanto tiempo, muchos de los recursos de mejor calidad se agotaron, y por ello las actividades de extracción se mueven hacia nuevas regiones, se adentran en bosques tropicales, o explotan yacimientos de menor calidad.
Esta situación se ha agravado por los llamados extractivismos, que incluyen a actividades como la megaminería, la explotación petrolera, el fracking o los monocultivos de exportación. Todas ellas son actividades de alto impacto social y ambiental, y buena parte de sus efectos son todavía más intensos para las mujeres. A su vez, las mujeres hacen aportes sustanciales para proponer otro tipo de relación frente a la Naturaleza.
Esta participación destacada de las mujeres ante distintos emprendimientos extractivos está promoviendo un creciente interés en distintos abordajes de lo que podría calificarse como ecofeminismos en sentido amplio. El propósito de este artículo es examinar algunas de esas relaciones, aprovechando abordajes teóricos que se han originado en distintos continentes, articulándolos con algunas experiencias concretas en América Latina.
La relevancia de los ecofeminismos
La incapacidad para detener la destrucción ambiental e ignorar las claras señales de deterioro deviene de una concepción, de origen cultural fuertemente enraizada, de concebirnos a nosotros, los humanos, como separados de la Naturaleza. De esta dualidad, es que se generan políticas económicas, modos de producción y medidas de conservación que no han logrado parar la destrucción ambiental, ya que son generadas bajo preceptos antropocéntricos.
Cuando ocurre algún desastre ambiental, son las mujeres y los niños los más afectados por los impactos negativos (Karen J.Warren, 1996, Anke Stock, 2012). También es común ver que en general son las mujeres las que se mantienen sin ceder ante las falsas “soluciones” que las empresas brindan, como por ejemplo las compensaciones económicas. Dentro de los feminismos, hay varias corrientes de pensamientos que analizan y generan teorías acerca del nexo que une los destinos de las mujeres y de la Naturaleza. A estos tipos de feminismos, que consideran que la desigualdad de género y la destrucción de la Naturaleza tienen un origen común, se los denomina ecofeminismos.
El término “ecofeminismo” fue utilizado por primera vez en 1974 por la feminista francesa Françoise d’Eaubonne para señalar el potencial que las mujeres podrían tener en una revolución ecológica (Mary Mellor, 2000). Desde entonces el término ha sido utilizado por varias feministas (en general provenientes del hemisferio norte), y se ha convertido en una postura de pensamiento plural (Warren, 1996).
Algunas corrientes sostienen que las sociedades actuales, en su gran mayoría, se insertan en estructuras patriarcales, jerárquicas, bajo relaciones de dominación sobre las mujeres y la Naturaleza. Otras ecofeministas, en cambio, le dan más trascendencia a la construcción occidental de una cultura que se basa en dualismos que son opuestos, exclusivos y que además están jerarquizados y sobre cuya base se generan los conceptos de mujer y Naturaleza. Allí también están ancladas las posturas utilitaristas que justifican desmembrar la Naturaleza, o la obsesión economicista con aprovechar el entorno para asegurar el crecimiento económico. Son posturas que por cierto no son exclusivas de varones, sino que en la actualidad también defienden muchas mujeres.
En América Latina, si bien no suele usarse el término “ecofeminista”, el componente ambiental fue incorporado tempranamente en la agenda feminista. En particular, desde movimientos feministas indígenas que entienden que sus derechos como mujeres no pueden ser alcanzados sin el respeto hacia sus derechos colectivos y hacia sus territorios, incluyendo desde allí, la temática ambiental (Elizabeth Friedman, 2014/15). Sin embargo, en la actualidad, la Red Latinoamericana de Mujeres en Defensa de los Derechos Sociales y Ambientales se reconoce activamente como ecofeminista (figura1). Dicho de otro modo, explícito o no, el ecofeminismo está presente, en las prácticas y en sus sentidos, pero no necesariamente se usa esa etiqueta.
Mujeres y extractivismos
La economía feminista planeta que hay un paralelismo fuerte en la manera en que se relacionan la economía con la Naturaleza y la economía con las mujeres, y es por esto que pensar en el cómo se tejen estas relaciones debería ser crucial para una nueva economía ecológica. Mujeres y Naturaleza reciben el mismo trato por parte de la economía ortodoxa, es decir, son invisibles, vistas como recursos para la satisfacción masculina, pensadas como autoregenerativas, pasivas y como objetos subordinados a la voluntad del varón/humano. El modelo de economía es masculino, autónomo, racional y con intereses propios, donde toda interdependencia y emoción es excluida. Se sobrevalora una neutralidad valorativa y temas de ética, o cualquier discusión referida a otros son estrictamente evitados (Julie Nelson, 2009).
Las perspectivas económicas convencionales celebran los indicadores de crecimiento económico, de aumento de las exportaciones o de ingreso de inversores. Esta es una de las razones por las cuales en América Latina se han difundido los extractivismos (Gudynas, 2015). Los ejemplos más conocidos son los records en exportaciones de minerales, el avance de la soja, o el ingreso de las petroleras en la Amazonia. A su vez, los impactos sociales y ambientales de esas actividades no son contabilizados por las disciplinas económicas convencionales, y pasan desapercibidos.
Cuando un emprendimiento extractivo irrumpe en una comunidad, se suceden una serie de procesos de carácter retroalimentativo donde el ambiente y las mujeres son negativamente afectados (Colectivo Casa, 2013). Los motivos pueden ser varios, pero entre los más comunes se presentan la perdida de acceso a fuentes de recursos de subsistencia básica (Mellor, 2000), problemas de salud, aumento del alcoholismo y de la violencia física y de abusos sexuales (Wanaaleru, 2014).
El Colectivo Casa (2013) llevó a cabo una investigación en diez comunidades bolivianas donde existen conflictos ambientales activos con empresas mineras. Si analizamos como cambia el status social de las mujeres desde comunidades que se sostienen en base a una actividad sustentable, a aquellas donde la actividad económica central ha pasado a ser la minería, se observa un gradiente creciente de degradación tanto de la Naturaleza, cómo de la situación de las mujeres y de los trabajos desempeñados por ellas.
El rol de las mujeres frente a los extractivismos
En la sección anterior vimos como la implantación de un emprendimiento extractivista desencadena una serie de hechos complejos e interconectados que devienen en un deterioro de la Naturaleza y descenso de la calidad de vida de las personas y de las mujeres en particular.
El contexto imperante de distribución social del trabajo, hace que los varones tengan más predisposición a aceptar la implantación de emprendimientos extractivistas y a tolerar impactos negativos en el ambiente a cambio de algún tipo de compensación como los son las económicas o promesas de empleo. De esta manera, se crea un patrón general donde son mayoritariamente las mujeres las que se oponen a los emprendimientos de este tipo, mientras que los varones son tentados o forzados socialmente a aceptar trabajos asalariados dentro de la misma empresa para cumplir con su rol asignado.
Desde la experiencia de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social) hemos visto que en algunos sitios las mujeres reaccionan de manera distinta que los hombres cuando los ambientes donde viven se ven contaminados o amenazados.
Por ejemplo, una lideresa indígena, en Bolivia, señalaba que las mujeres son las que “sienten que la contaminación nos entra por todos lados, sobre todo cuando estamos gestando. Los hombres llegan sucios de la mina y se bañan y ya está” [1]. En este testimonio se observan ideas de conexión, entendiendo que el ambiente nos afecta y nosotros afectamos al ambiente, y también hay una preocupación por las consecuencias, más allá de la mujer en sí misma, que la contaminación pueda estar generando en otras vidas. Existe una conciencia de conectividad, desde y hacia la Naturaleza, que genera un sentir de responsabilidad. Finalmente, se reconoce un sentido de vulnerabilidad, al aceptarse que no se tiene un control completo, es decir una simple acción (bañarse) no basta para eliminar la contaminación. Todo esto crea diferencias sustanciales entre una visión de carácter femenino respecto a la impostura patriarcal, que concibe la vulnerabilidad como una debilidad negativa.
El punto de vista de las mujeres será entonces trascendental si se quiere abandonar los modelos de desarrollo tradicionales (que son masculinos en sus características) y fortalecer políticas y economías que pongan en el centro la vida.
Extrahecciones
Teniendo en cuenta lo descrito en la sección anterior y recordando que los extractivismos sólo son posibles si se concibe a la Naturaleza como un conjunto de recursos de los que el humano puede hacer uso a su antojo, sosteniéndose el dualismo humano/Naturaleza creo conveniente presentarles el concepto de extrahección descrito por Gudynas (2013). Según el autor, extrahección sería la “apropiación de recursos naturales impuesta con violencia y quebrando el marco de los derechos humanos y de la Naturaleza”
La extracción de recursos naturales de carácter constante e histórico en el continente ha hecho que para el mantenimiento de los modelos actuales de desarrollo, que en América Latina están solventados por la exportación de Naturaleza, sea necesario aumentar la intensificación de la extracción. En una Naturaleza que ya está degradada con poblaciones locales muy impactadas, cada vez más a menudo deben violarse los derechos humanos y de la Naturaleza (entendidos como Gudynas, 2014) para que pueda implantarse un emprendimiento extractivista. El impacto provocado ha llegado a un límite tal que las consecuencias sociales y ambientales ya no son toleradas y no hay negociación posible.
Conclusión
He escrito este artículo con la intención de dar a conocer, desde una visión femenina, algunos aspectos actuales de la crítica realidad ambiental de América Latina. Pero sobre todo he buscado enfatizar el papel trascendental que desempeñan las mujeres en los conflictos ambientales y en la búsqueda de soluciones. Rol que ha pasado sistemática e históricamente desapercibido. Ya sea por una cuestión cultural o biológica, algunas mujeres poseen un entendimiento más amplio de las relaciones y responsabilidades que como humanos tenemos para con la Naturaleza, llevándolas a adoptar una postura más biocéntrica. Poder, como humanos, reconocernos como vulnerables al estado del ambiente, está muy lejos de ser una debilidad, sino que es una de las fortalezas más importantes ya que deviene de una conciencia real de nuestra profunda interdependencia con la Naturaleza. Entender este punto será trascendental si queremos empezar a construir economías y políticas más femeninas, donde se ponga en el centro la vida y por lo tanto los derechos de las personas y los derechos de la Naturaleza.
Fotografía: L’association « Red Latinoamericana de Mujeres en Defensa de los Derechos Sociales y Ambientales » qui dit NON aux extractivismes (Sixième rencontre de l’association, Quito, juillet 2015)
Nota
[1] Entrevista de la autora. Cochabamba, Bolivia, 12 de noviembre 2014.
Bibliografía
Colectivo CASA (Colectivo de Coordinación de Acciones Socio Ambientales) (2013) Minería con “M” de
machismo Madre tierra con “M” de mujer. Percepciones femeninas sobre los impactos ambientales y los
conflictos con la minería en comunidades indígenas campesinas (sistematización de diez casos).
Colectivo CASA, Oruro.
Gudynas, Eduardo (2013) Extracciones, Extractivismos y Extrahecciones. Un marco conceptual sobre la
apropiación de recursos naturales. Observatorio del desarrollo CLAES, 18: 1-18.
Gudynas, Eduardo (2014) Derechos de la naturaleza y políticas ambientales. Plural editores, La Paz.
Gudynas, Eduardo (2015) Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la
Naturaleza. CEDDIB y CLAES, Cochabamba.
Mellor, Mary (2000) Feminismo y ecología. Siglo Veintiuno, México D.F.
Nelson, Julie A (2009) Between a rock and a soft place: Ecological and feminist economics in policy
debates. Ecological Economics, 69:1-8.
Stock, Anke (2012) El cambio climático desde una perspectiva degénero. Policy Paper 18. Frederich
Elbert Stiftung, 31pp.
Warren, Karen. J.(1996). Ecological feminist philosophies: An overview of the issues. Indiana
University Press [En línea]. Consultado el 2/11/2014, disponible en: http://www.vedegylet.hu/okopolitika/Warren%20-
%20Ecofeminism%20Overview.pdf
Wanaaleru (2014) Comunicado sobre la situación de las Mujeres Indígenas del Municipio Autana.
Wanaaleru, [En línea]. Consultado el 17/2/2015, disponible en: https://wanaaleru.wordpress.com/2014/12/11/comunicado-sobre-la-situacion-de-las-mujeres-
indigenas-del-municipio-autana/
Lucía Delbene-Lezama
Lucía Delbene-Lezama es bióloga, y coordina el programa de Género, ecología y sustentabildad en CLAES. Contacto: lucia (a) ambiental.net. Twitter: @EcofeminismoSur