Reconfiguración patriarcal de los territorios: Megaproyectos extractivos y la lucha de las mujeres en América Latina
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—Es como la vida. Si te fijas en los hilos en su estado original, se asemejan a un caos, sin sentido ni relación; pero si recuerdas la tela que estás creando, todo el bordado tendrá sentido, aún en los enredos.
Expresión de la sabiduría de las mujeres tejedoras [1].
Han sido tantas y tan olvidadas las mujeres tejedoras de un mundo más justo y más solidario; capaces de enmarcar sus luchas de frente y sin eufemismos contra el capitalismo y el patriarcado. Así que es nuestro deber evidenciarlas a todas.
Las tejedoras, como las llamaremos, son mujeres de todos los espacios de la tierra, mujeres capaces de enfrentarse ante patronos, jefes, maridos, leyes que sepultan sus derechos, sus voces y sus memorias colectivas. Las tejedoras han sido miles que nos han legado sus voces y anhelos por un mundo más igualitario y respetuoso con la vida digna.
Yira Urzola, una tejedora de paz
Tal es el caso de Yira Urzola, una mujer colombiana de 26 años nacida en el municipio de Sincelejo, capital del departamento de Sucre. Legalmente llamada Yira Días Urzola, ella acogió el apellido de su madre como una reivindicación histórica y simbólica, en el medio de un sistema que enmarca al hombre como ser preponderante y principal. Aunque parezca una acción pequeña derivada de un sentir personal, el hecho de hacerse llamar Yira Urzola hace parte de una lista de largas reivindicaciones que nos afecta a todas, sin importar nuestro devenir y procedencia.
Proveniente del campo, con una construcción familiar indígena, se analiza ella misma como hija de otra defensora de la vida y de los derechos de las mujeres. Sabe que el campo es también un escenario de lucha y transformación donde: “las mujeres no estamos hechas solo para cuidar de los niños”. Y que todas las mujeres en todos los espacios públicos y privados somos sujetos políticos, con derechos y deberes colectivos.
Desde los 15 años trabaja con la Federación Nacional Sindical Unitaria (FENSUAGRO). FENSUAGRO es una organización sindical colombiana que desarrolla su trabajo desde hace más de 40 años. Su compromiso no sólo se desarrolla por y para el sector campesino, sino también por el sector de la agroindustria y el derecho a la filiación a un sindical. Yira reivindica con coraje: “Me considero Fensuagrista, inicié apoyando al equipo nacional de mujeres, y después el equipo nacional, y luego en la formación.”
Ella también conoce de cerca el trabajo de la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). Se ha ido formando ideológicamente como militante activa, analizando la lucha de clases y de una forma más dialéctica la lucha de clases indígena, campesina y sindicalista, que es una sola.
Extrativismo y resistencia
Hablar de extractivismo implica inicialmente hablar de territorios. Escenarios en continentes históricamente saqueados como África, Asia y América Latina. En segundo lugar, implica hablar de seres humanos; mujeres y hombres defensores de la vida digna que buscan un completo balance con la naturaleza, el agua y los seres vivos más pequeños casi imperceptibles al ojo humano. En ese sentido, “desde FENSUAGRO hemos dicho no al extractivismo” comenta Yira. Pues ésta forma de hacer economía “no tiene cuidado, empobrece, acaba con la naturaleza, y nosotros somos seres dependientes de la naturaleza.”
No es un secreto que América Latina se encuentra en un lugar estratégico para el norte. Es preciso recordar un primer saqueo hace más de 500 años por parte de la corona española, quien altero la escala de valores para imponer valores para el beneficio extranjero, desconectados de la vida y enmarcados en la traición a la tierra. Actualmente presenciamos otro saqueo masivo, con una infraestructura que envidiaría el mismo Henry Ford por las ganancias y el bajo costo de inversión, y que gobiernos como el colombiano siempre ha apoyado.
Colombia como caso específico “posee importantes recursos naturales en oro, níquel, plata, platino, cobre, carbón y esmeraldas, que son más fáciles de explotar dada la posición estratégica del país en el continente latinoamericano. Tiene una salida al Océano Pacifico y hacia al Océano Atlántico, así como una conexión con el mar Caribe, constituyéndose en un interfaz ideal entre Suramérica y América del Norte” [2].
Puntualmente, “las transnacionales han sido las responsables de cometer reiteradas violaciones a los derechos humanos como es el claro ejemplo de lo que sucede actualmente con la empresa el Cerrejón en la Guajira. La misma ha realizado la explotación de carbón más grande del país y ha desviado los cauces de los ríos lo que, con el paso del tiempo, ha generado una grave emergencia ambiental y alimentaria” [3].
Todo este saqueo está acordado y orientado por organizaciones como el Banco mundial, el Fondo Monetario Internacional y hasta la misma Organización de las Naciones Unidas, afirma Yira, con una voz fuerte y natural. “Desde Fensuagro decimos que es un escenario más de protocolo y apoyo a políticas que no tiene nada que ver con el quehacer y la defensa de los pueblos, lo mismo con el Banco Interamericano de Desarrollo y así un sinfín de nombres.” Así mismo analiza: “aquí existe un escenario de lucha.” Son muchas las comunidades que crean dinámicas propias, donde se consolidan estrategias adecuadas que permitan la resistencia.
Las luchas contra el extractivismo
Las luchas particularmente desarrolladas en Colombia son de carácter intrínseco a las comunidades, relacionadas con seguridad alimentaria, sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, pesticidas, semillas transgénicas, mineras, hidroeléctricas, privatización del rio Magdalena, agua potable en general y defensa de los derechos humanos, para destacar algunos ejemplos.
Una de las características del escenario colombiano se halla justo en un conflicto armado interno de más de 60 años. Lo que empuja a las comunidades a enfrentar por un lado a los gobiernos serviles a intereses norteamericanos, por otro a las multinacionales, y por otro a los grupos armados —varios de estos grupos pagados por grandes empresas internacionales consolidando así el control del paramilitarismo. “El país se ha efectivamente integrado a las dinámicas internacionales de globalización económica, financiera y comercial, pero en un clima de violencia de índole tanto estatal como paraestatal” [4].
Las comunidades se organizan desde hace muchas décadas. Como lo interpreta Yira, fijan acciones concretas: “han hecho bloqueos en las carreteras, en las autopistas.” Ante todo, “se conciben escenarios de discusión frente a la política que queremos, la política que nos ha hecho daño; creo que mi invitación sería promocionar espacios de formación política, ideológica y feminista. Siempre hemos sido justamente vulnerables por tener falta de formación, de acceso a la información y creo que el llamado es que justamente nuestros líderes y lideresas, esas de carácter local, regional, nacional e internacional se sigan documentando e informando.”
Yira va más allá de la burocracia característica de gobiernos como el colombiano; entonces propone ejercicios “que trasciendan el quehacer y no sólo que se queden en el papel, sino acciones y territorios que resistan y luchen. Desde el agro, obviamente le apostamos sobre la reforma agraria democrática integral o la reforma agraria democrática y popular.”
El gobierno colombiano jamás va a tener una voluntad de respeto por la vida y las comunidades. En tal sentido, las comunidades seguirán tomando acciones para reivindicar la vida y los territorios.
Conclusiones
Hablar de extractivismo es hablar inmediatamente de la lucha por la tierra, por los recursos dados por la madre tierra, afirma Yira. Es preciso la construcción de estrategias de resistencia y de lucha propias de cada territorio. Así mismo agrega la joven Urzola: “Hay que ir poco a poco desde los movimientos sociales, campesinos, indígenas desde todos los sectores de la sociedad civil en América Latina. Pensarnos cada vez con mayor firmeza y buscar cuales son las soluciones reales y concretas.”
La defensa por el territorio es la defensa por la vida humana. “Todos los seres humanos dependen del medio ambiente en el que vivimos. Un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible es esencial para el pleno disfrute de una amplia gama de derechos humanos, entre ellos los derechos a la vida, la salud, la alimentación, el agua y el saneamiento. Sin un medio ambiente saludable, no podemos hacer realidad nuestras aspiraciones, ni siquiera vivir en un nivel acorde con unas condiciones mínimas de dignidad humana. Al mismo tiempo, la protección de los derechos humanos ayuda a proteger el medio ambiente” [5].
La disputa por la vida digna y cercana a la ecología es un escenario qué va en contra del capitalismo y del patriarcado. Yira asevera que: “somos nosotras las mujeres quienes históricamente hemos resistido en el campo y en las ciudades porque justamente cuando hay mayor violencia los hombres son los los primeros actores. Las mujeres somos las que resistimos, trazamos propuestas y articulados al calor de una necesidad.”
Yira Urzola es una mujer como cientos de miles. Capaz de fundar y recrear nuevos escenarios más solidarios creando sororidades. Nos invita con su voz firme: “Nosotras como esa nueva mujer, llamadas a no quedar en la historia como en el recuerdo de lo que fuimos.” Sino todo lo contrario: mujeres que generen iniciativas orgánicas, ideológicas y ante todo humanas. Mujeres tejedoras.
Foto: “Esperamos que todas las mujeres se vinculen a los procesos organizativos para construir un mejor país, en paz con justicia social”, Viotá, Cundinamarca. Marzo 2018. Fotografia de Camilo Raigozo.
Notas
[1] Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (2009), Tejiendo vínculos, Tejiendo sueños, Tejiendo vida desde la primera infancia. Promoción de la resiliencia familiar. Manual de agentes educativos.
[2] Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (2016). Declaración escrita, 32ª Sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas Ginebra 13 de junio al 1 de Julio de 2016 Tema 3 de la agenda, URL: http://www.aipazcomun.org/wp-content/uploads/2016/06/CPDDH-Decl-escrit-El-Impacto-de-las-Transnacionales-y-Multinacionales-en-Colombia-sobre-el-MAmbiente-y-DDHH-juni-20161.pdf
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Relator Especial sobre los derechos humanos y el medio ambiente, John Knox, URL: http://www.ohchr.org/SP/Issues/Environment/SREnvironment/Pages/SRenvironmentIndex.aspx
Jessica Ramos G.
Jessica Ramos G. nació en Bogotá, Colombia en 1989. Estudió Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Maestra en historia y filosofía. Militante del Partido Comunista Colombiano. Algunos textos publicados: Monografía La memoria social y la historia reciente como clave para la reivindicación política de la Unión Patriótica (2013), articulo del mismo nombre en la Revista Paginas de Nuestra América (2013), “No cambiaremos el fusil por una cacerola” (2016), periódico Voz la verdad del pueblo.