Educación popular y mujeres migrantes: aportes desde una experiencia en Mendoza, Argentina
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20 junio 2022“Yo tomé la decisión de venirme a arriesgar mi vida aquí por darles un futuro mejor a mis hijos; por que en mi país ya no se puede vivir porque los problemas de delincuencia y desempleo son demasiado…”
A las 3 de la mañana, Isabel alistó una mochila con tres mudas de ropa, se bañó, se tomó un café mientras abrazaba a su mama frente al fogón de leña, luego salió de su casa en San Pedro Sula, Honduras. Dormidos quedan sus hijos miguel de 3 años y Paola de 13 días de nacida…
“La delincuencia en Honduras, las maras, las pandillas, están arrasando con la juventud, yo no quiero eso para mis hijos. Ya mataron a mi marido, yo no quiero que mis hijos se vayan a perder por manos criminales. En Honduras a los niños los engañan y los comienzan a instruir para que se unan a las pandillas. Así se llevaron a mi hermano y termino muerto también. Yo me voy, y me tengo que ir sola porque sé que voy a sufrir. Pero con el favor de Dios voy a encontrar trabajo para llevarme a mi mamá y a mis hijitos. No sé si será en USA, pero si no, en México.”
Isabel es una de miles de migrantes mayormente oriundos del llamado “triángulo del norte” de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala). Estos países han estado bajo la dura dominación de EE.UU. desde hace mucho tiempo, particularmente desde la década de los 1980s, cuando las guerras de terror de Ronald Reagan los devastaron y forzaron a miles a migrar.
Durante la década de 1980, cuando Isabel ni siquiera había nacido, las guerras civiles en El Salvador, Guatemala y Nicaragua empujaron a un número importante de centroamericanxs a emigrar hacia los Estados Unidos. Fue una época intensa, llena de desplazamientos, inestabilidad económica e inseguridad. Aunque estos conflictos civiles cesaron de manera formal en los tres países con la firma de acuerdos de paz, en la siguiente década, la incertidumbre política y económica continuó azotando la región, al igual que la emigración hacia el norte. Entre 1980 y 1990, la población inmigrante centroamericana en los Estados Unidos se triplicó [1].
Varios estudios vinculan la migración en Centroamérica con el modelo económico dominante [2]. Desde la época colonial, la principal actividad económica generadora de riquezas fue la extracción de recursos, actividad facilitada por una amplia disponibilidad de mano de obra barata que emergía de los desplazamientos humanos forzados. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), por su parte, afirma que la migración se origina en la pobreza, por la falta de empleo y oportunidades en sociedades con profundas desigualdades.
Yilan Jifarro, hondureña habitante de la zona limítrofe de Petén, Guatemala
La migración se ha convertido en una esperanza para la población desatendida por sus gobiernos, en países donde las inversiones del Estado y del sector privado no llegan a las poblaciones de las zonas de origen de las personas que migran, con el agravante de que los salarios mínimos no alcanzan para cubrir ni siquiera la canasta familiar básica.
“Me fui para Estados Unidos por buscar una mejor vida, por la situación económica, mejor futuro y también porque allá hay más oportunidades, me habían dicho que uno vive mejor allá…
Yo me llevé 43 días para llegar, semanas avanzábamos y semanas que nos estancamos en un solo lugar. Cuando caminábamos era a veces 24 horas o 3 días. Ya después… sí, nos tardo un sábado a las 9 pm hasta el martes a las 7 am para cruzar el Río Grande donde nos iban a recoger otros coyotes [3] y salió algo mal que nos cayó Migración, esa vez éramos 25.
Mujeres, íbamos 9, y de las 9 que íbamos, sólo dos nos escapamos y logramos pasar. A las otras las agarraron los de migración, no sé qué pasaría con ellas. Yo si llegué a los Estados y logré trabajar unos años allá en comidas rápidas. Ya después me devolví, pero me quede aquí en Guatemala. Yo lo que sí veo es que para el estudio allá era mejor para mis hijos, pero yo tenía que trabajar mucho y con patrones todo el tiempo. Aquí en Guatemala desde que llegué trabajo por mi cuenta y vivo más tranquila, pero ahora también se está poniendo feo por aquí y yo a mi país no puedo regresar porque eso está muy violento… Si las cosas se ponen muy duras por aquí también, entonces me tendría que volver para los USA me tocaría arriesgar otra vez a pasar con coyote.”
“Caminante, no hay camino… se hace camino al andar”
Los departamentos de Petén e Izabal por su posición geográfica, limítrofe con Honduras, Belice y México, representan una ruta de tránsito clave de unos 450 km de longitud en el Norte de Centroamérica para un flujo migratorio, que incluye personas migrantes y refugiadas principalmente de Honduras, El Salvador, pero también de zonas rurales de Guatemala. El Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que por lo menos 60.000 personas, en su gran mayoría de Honduras, El Salvador y Guatemala han utilizado esta ruta de tránsito hacia febrero 2018 [4]. Entre ellas, hay miles de personas que huyen de la violencia generalizada, amenazas a su vida o a sus familias, algunas han sido víctimas de violencias atroces, y no han tenido otra opción que desplazarse en la búsqueda de protección y seguridad.
A este tránsito de personas migrantes, se suma una pequeña población de solicitantes de asilo y refugiadxs que están ya establecidos en Petén, así como individuos y familias guatemaltecas afectadas por la violencia generalizada que les fuerza a desplazarse de su hogar y buscar protección en otros lugares o países; todos son parte de un mismo grupo de personas en situación de extrema vulnerabilidad.
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Isabel ha logrado llegar a la Casa del Migrante, En Santa Elena, Peten, Guatemala. Cansada y preocupada por su familia logra por fin comunicarse con su madre por teléfono. Que esté tranquila le dice su madre, que las vecinas le ayudan, que la parroquia ha ofrecido unos mercaditos y que podrá arreglárselas. Que no se preocupe y que se cuide mucho, le ha dicho, antes de que la tarjeta telefónica se le acabe.
El primer paso en la Casa del Migrante en Santa Elena es una entrevista con Melani, psicóloga quien tiene a cargo identificar a las personas en situación de tránsito de migración y refugio. Ella indica:
“A las mujeres les damos acompañamiento diferente, las entrevistas son un poco más a profundidad. Pensamos que las mujeres al igual que los niños tienen cierta debilidad, son más vulnerables, por lo que deben ser atendidas de manera totalmente diferente. Sobre todo, porque es un poco más difícil que ellas puedan expresar sus necesidades o puedan expresar abiertamente la situación por la cual están aquí. Muchas de ellas han sido víctimas de violencia en su país ya sea dentro de su familia o discriminadas por cualquier situación dentro de su país, muchas de ellas vienen huyendo no solo de la violencia, sino que también de la pobreza extrema en sus pases, algunas traen a sus niños.
Es alarmante que se haya normalizado la violencia en el tránsito, ellas vienen mentalizadas a que en el camino las pueden golpear, robar, las pueden abusar sexualmente, y, aun así, se exponen a todo lo que están expuestas. Aquí no podemos darles una terapia adecuada porque la casa es de tránsito, pero por lo menos un pequeño alivio es que les damos información verídica sobre otras casas de tránsito, que han sido creadas para reducir los problemas que ellas tienen en el camino.
Se necesita compasión con las personas en tránsito por que hoy son ellos y mañana podemos ser nosotrxs. Es importante pensar que todos lxs centroamericanxs, tenemos en común que tenemos algún pariente en los Estados Unidos, buscando un mejor futuro. Esta gente lejos de ser delincuentes y ser gente peligrosa, son gente que necesita mucho cariño, que necesita acogida, son seres humanos, podrían ser nuestras, hermanas, nuestras, amigas, nuestras mamás que estamos viendo pasar y es importante que las cuidemos porque al final son centroamericanas como nosotrxs.
Desde 2018, ha sido un esfuerzo conjunto de la Pastoral de Movilidad humana, el ACNUR y la Cruz roja guatemalteca brindar estos servicios humanitarios de albergue, alimentación y atención medica básica en las Casas del migrante de Santa Elena e Izabal y en el módulo de atención en frontera La Técnica.
El muro de Trump
En 2019, 99.172 guatemaltecos han sido retornados al país, un 7 por ciento más que todo el 2018, año en que la cifra de personas deportadas de EE.UU. y México llegó a 92.524. Del total de retornados en 2019, 52.503 provenían de EE. UU. y 46.669 de México. 14. 566 de ellos eran mujeres y 17.156 niños, de los cuales 2.356 viajaban sin ninguna compañía [5].
El “muro más alto” construido por el gobierno de EE. UU. son las cortes de inmigración. Estas cada vez más niegan casos de asilo. El argumento principal es que las personas no clasifican a ese beneficio porque huyen de la violencia general y no son perseguidas por motivos políticos, de raza, etnia, religión u orientación sexual. Otra estrategia para frenar la inmigración ha sido la presión de la Casa Blanca al gobierno de Guatemala para declarar a este país como “tercer país seguro”. A mediados julio de 2019, Guatemala y EE. UU. firmaron un acuerdo con este fin.
La idea de «tercer país seguro» surge a raíz de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados que se firmó en Ginebra, Suiza, en 1951 y en su concepción y aplicación ha jugado un papel considerable en la protección de refugiados y solicitantes de refugio en todo el mundo. Según la misma Convención, hay unas condiciones mínimas que los “tercer países seguros” deben cumplir para obtener esa categoría. La principal es garantizar que se respeta el principio de «no devolución», es decir que los solicitantes de asilo no serán devueltos a un país donde se temen que se peligre su vida. Además, deben asegurarle al solicitante el derecho a la vivienda, la seguridad social, servicios médicos, acceso al empleo y a la educación y el derecho a la reunificación familiar [6].
A pesar de que la idea de los Estados Unidos es utilizar a Guatemala como “tercer país seguro”, para represar a los migrantes y evadir responsabilidades de una crisis que él mismo ha creado a través de décadas, lo realmente cierto es que Guatemala no tiene las capacidades ni reúne las condiciones de un país seguro. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el panorama de necesidades básicas, el gobierno guatemalteco está en déficit con su pueblo [7]. Los números muestran una realidad abyecta, donde la solidaridad y la fraternidad de las comunidades pobres están supliendo la incapacidad del Estado.
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Se hace tarde y la cena está servida en la Casa del migrante. Isabel, Yoni Armando y Gustavo (17 años), se preparan para salir en la mañana, porque es mejor salir tempranito y juntxs, “así nos damos ánimos lxs unxs a lxs otrxs”. Hay que apurarse porque dicen que van a bloquear la frontera por lo de una enfermedad, “coronavirus”. Dicen que ya están deportando a gente contagiada, así que es mejor hacer el intento lo más rápido que se pueda…
Comienza la marcha, se van agradecidxs por el apoyo de la casa del migrante y de las organizaciones comunitarias que han encontrado en la travesía. Viajan con muy pocas cosas, pero con el corazón lleno de esperanza, de resiliencia, y también de miedo. Saben que van a sufrir, pero tienen el sueño de un futuro mejor para sus familias, un sueño que saben cómo construir, aunque no sepan todavía donde.
Con la colaboración de Cooperativa La Otra y Peten-Guatemala.
Foto: Residente del Petén, de Nicolas Le Bel.
Notas:
[1] Migration Policy Institute (2013). “Central American Immigrants in the United States”, en línea: https://www.migrationpolicy.org/article/central-american-immigrants-united-states-1
[2] Según Gustavo Palma, citado en López R., Claudia W. et Danilo Rivera (2013). Aproximaciones de política migratoria para Guatemala. Guatemala, en línea: https://www.url.edu.gt/PortalURL/Archivos/100/Archivos/Aproximaciones%20de%20Pol%C3%ADtica%20P%C3%BAblica%20Migratoria%20Grupo%20Articulador.pdf.
[3] Coyotes es el término utilizado en español e inglés para designar un barqueros o traficantes de personas.
[4] Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (2018). “Fact Sheet: Petén e Izabal (Guatemala), enero-febrero 2018”. En línea: https://www.acnur.org/5b3e5eda4.pdf.
[5] Morales Rodas, Sergio (2019). “Casi cien mil guatemaltecos han sido deportados en 2019”, Prensa Libre, 16 de diciembre, en línea: https://www.prensalibre.com/guatemala/migrantes/casi-cien-mil-guatemaltecos-han-sido-deportados-en-2019/
[6] ACNUR (2007). “Convención sobre el estatuto de los refugiados”, en línea: https://www.refworld.org.es/docid/47160e532.html
[7] Organización Internacional para las Migraciones (2019). “Informe sobre las migraciones en el Mundo 2020”, en línea: https://publications.iom.int/books/informe-sobre-las-migraciones-en-el-mundo-2020.
Judith Cruz Sánchez
Judith Cruz Sánchez es actualmente presidente, represente legal, encargada del eje educación y presentadora en La Otra Cooperativa. Como mujer, se define defensora de los derechos humanos de las mujeres y las niñas y de las juventudes. Ha participado en varias campañas de comunicación para posicionar las demandas de la población más necesitada en el país que son víctimas de violencia y de la criminalización por el simple hecho de defender la vida, el agua y la tierra.
Alexi Utrera
Alexi Utrera es una periodista independiente que estudió comunicación social y periodismo en la Universidad Autónoma de Colombia. Completó sus estudios con una licenciatura en Ciencias Cinematográficas en la Universidad Ryerson de Toronto y actualmente está siguiendo el Programa de Cooperación Internacional de la Universidad de Montreal. Exiliada colombo-venezolana, ha publicado artículos en diversos medios de comunicación latinoamericanos y de Ontario, que fue su primera provincia de residencia en Canadá. En Quebec desde 2015, Alexi sigue colaborando con organizaciones de derechos humanos en América Latina.
Rosa Castillo
Rosa Onelia Leonardo Castillo labora actualmente en la Otra Cooperativa encargada del eje de comunicación, donde ha absorbido la mayor experiencia de trabajo teórico y práctico, en temas de educación y comunicación popular. Ha apoyado en la fundación, conformación y funcionamiento de la Radio en línea Un Nuevo Sol Rebelde, apoyando en la Co-coordinación y facilitación de talleres de la Red Mesoamericana de Radios Comunitarias, Indígenas, Garífunas y feministas de Guatemala.
Miriam Guadalupe Figueroa Vásquez
Miriam Guadalupe Figueroa Vásquez es apasionada de radio, de informar a través de medios alternativos, llevando la palabra, el sentir del pueblo a demás lugares y países. Hija de una familia combatiente, ha estado rodeada de la lucha y resistencia por la justicia, por el territorio, por los derechos humanos, por los derechos del pueblo. Actualmente encargada de la radio en línea Un Nuevo Sol Rebelde, trabaja en la defensa de los derechos humanos, tierra, territorio, pero principalmente por los derechos de las mujeres y niñas.